23 may NEUROTOXINA: UNA ALIADA
La neurotoxina elaborada por Clostridium botulinum, más conocida como toxina botulínica de tipo A, no deja de sorprendernos con sus múltiples usos y aplicaciones.
Considerada una proteína con capacidad de producir parálisis muscular, su aplicación en el campo de la dermatología estética se fue ampliando con el correr de los años, sobre todo con ciertos músculos faciales que a razón de su contracción resultan con manifiestas arrugas y líneas de expresión.
Siendo un tratamiento mínimamente invasivo y de efecto temporal, su duración es de aproximadamente 6 meses, extendiéndose la misma a medida que se regulariza su aplicación. La cantidad aplicada se mide en unidades que dependerá de la zona facial y de el estado de la arruga o línea de expresión, no siendo necesario la aplicación previa de anestesia o bien solo una de carácter tópico.
La demanda de este tratamiento ha llevado a considerarlo un fanatismo que no pasa inadvertido, ya que sus resultados se visualizan desde luego de su aplicación hasta los 7 días, pudiendo realizar retoques hasta los 15 días posteriores.
Pero su uso no termina allí, por el contrario, la toxina botulínica se utiliza para hiperhidrosis plantar, axilar y palmar, así como también para blefaroespamos, estrabismos y personas parapléjicas con incontinencia urinaria. Así su utilización traspasa la dermatología estética, la oftalmología, traumatología, urología hasta la neurología.
Incluso este tratamiento se puede combinar con otros tratamientos de revitalización de la piel, como peelings, IPL, laser ablativo, entre otros.
Uno de los beneficios es que no altera la habitualidad de la jornada del paciente, pues el mismo puede continuar con la misma ni bien termina la aplicación de la toxina botulínica siendo las pocas las recomendaciones a tener en cuenta como no tomar antinflamatorios, ni miorrelajantes ni corticoides por un periodo de 7 días posteriores a la aplicación; y no recostarse por 4 hs. luego del tratamiento.