[:es]Es indudable que comer es un placer del que todos disfrutamos. La mayoría de personas podemos digerir una gran variedad de alimentos sin que nos provoque ninguna reacción, pero existe un pequeño porcentaje de la población a la que ciertos componentes alimenticios nos pueden causar desde pequeñas erupciones hasta complicadas alergias que se pueden originar daños en nuestro organismo. Las intolerancias alimentarias a ciertos alimentos afectan al metabolismo de nuestro cuerpo es por ello que quiénes la padecen deben controlar y cuidar muy bien la ingesta de alimentos.

La intolerancias alimenticios se distinguen de las alergias a alimentos en que esta última provoca una respuesta del sistema inmunitario y la intolerancia no.

Asimismo, es importante la distinción con la enfermedad celíaca que, si bien tiene como base las intolerancias alimenticias permanente al gluten​ y fue considerada tradicionalmente como un trastorno únicamente digestivo, actualmente se conoce que se trata de una enfermedad sistémica autoinmune. En personas con predisposición genética, el gluten causa anticuerpos que atacan y dañan diversos órganos y sistemas.

Normalmente, las pruebas para detectar intolerancia alimentaria son prescriptas por un endocrinólogo, nutricionista o dietista, y el deseo de perder peso es la primera motivación que lleva a realizarse este tipo de test. Sin embargo, la información que nos ofrecen estas pruebas es mucho más amplia y hay que tener en cuenta su posible repercusión sobre numerosos aspectos de nuestra salud.

La prueba se basa en una sencilla extracción de sangre, que sirve para determinar cómo reaccionan los anticuerpos del paciente ante determinadas sustancias-proteínas-presentes en los alimentos. Posteriormente, una interpretación de los resultados llevada a cabo por profesionales médicos, te ayuda a saber cuál es la dieta más adecuada para mantener tu salud en perfecto estado.

Frente a una intolerancia alimentaria, la reacción puede aparecer hasta 72 horas después de la ingesta provocando, por una parte, molestias comunes como dolor de estómago, gases, ruidos intestinales, digestiones pesadas y molestas, distensión abdominal, diarreas, hinchazón, vómitos, entre otros.

Estos síntomas pueden aparecer también sin tener, aparentemente, nada que ver con el aparato digestivo. Así pues, podremos notar cansancio, náuseas, jaqueca, problemas cutáneos o nerviosismo. Los síntomas siempre van a variar según el tipo de intolerancia que tengamos, pero lo ideal siempre será consultar con un especialista que nos ayude y aclare el tipo de intolerancia que podamos parecer.

Tipos de intolerancias más comunes

  • Intolerancia a la lactosa: la lactosa es el azúcar que se encuentra en la leche. Nuestro organismo necesita una enzima para digerirla, se encuentra en el intestino delgado.
    Si en nuestro intestino delgado no hay suficiente cantidad de esta enzima, nuestro sistema metabólico no puede digerir con normalidad los productos que contienen lactosa y, como consecuencia, esta pasa al intestino grueso sin ser destruida.
  • Intolerancia al gluten:  el gluten es una proteína que encontramos en el trigo, avena, cebada y centeno (TACC). Cuando nuestro cuerpo no puede asimilar la proteína, se produce una reacción del sistema inmune hacia nuestro propio intestino. La enfermedad celíaca puede aparecer en todas las edades, siendo especialmente complicadas en personas en edad de crecimiento. Los síntomas más comunes de esta intolerancia son la pérdida de peso, y otros dolores relacionados con el sistema digestivo.
  • Intolerancia a la fructosa: la fructosa es un tipo de azúcar presente en las frutas, la miel y ciertos vegetales. De nuevo es el intestino el que –debido a su dificultad para asimilar este azúcar- produce una reacción que se representa a través de dolores y reacciones alérgicas.

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