Ojo seco

Ojo seco

El ojo seco se define como un desorden en el cual la excesiva evaporación o alteración del film lagrimal causa daño en la superficie ocular, y está asociado a molestias locales inespecíficas.

Se trata de una condición en la que la superficie del ojo se encuentra desprovista de lubricación adecuada.

El cuadro, llamado antiguamente queratoconjuntivitis sicca, es un complejo de trastornos que afecta la cantidad y la calidad de las lágrimas. Esto conduce a que las funciones que ellas desempeñan no puedan cumplirse de forma adecuada. Los síntomas producidos son secundarios a la falla en el cumplimiento de las funciones del film lagrimal.

El ojo seco puede deberse a una alteración propia de la superficie ocular, sin compromiso sistémico, o estar asociado a alteraciones de otros órganos, donde el ojo seco es un síntoma dentro de otro cuadro médico.

Es uno de los principales motivos de consulta dentro de la practica oftalmológica. Afecta principalmente a mujeres en el periodo menopáusico, aunque puede abarcar a ambos sexos cualquiera sea la edad, y alcanzar a los usuarios de lentes de contacto, a los que están con tratamientos tópicos oftálmicos, y a pacientes que cursan enfermedades sistémicas. Su prevalencia es difícil de establecer, dada la diversidad de manifestaciones clínicas que presenta y su gran espectro en la clasificación.

El trastorno del ojo seco se caracteriza por presentar desde síntomas inespecíficos leves hasta severos. Los pacientes suelen referir sensación de cuerpo extraño, arenilla, ardor, fotofobia, pesadez para abrir los parpados, fluctuación de la visión, dolor ocular y lagrimeo. Respecto a este último parece extraño que quien padezca de ojo seco se queje por lagrimeos. Lo que sucede es que al estar seco el ojo, envía señales a la glándula lagrimal para que esta produzca más lágrimas. Esto lleva a un lagrimeo reflejo que excede la capacidad del ojo de contenerlo. La lagrima producida en estas condiciones es deficiente y de poca calidad.

Con respecto al tratamiento, existen en la actualidad muchos lubricantes disponibles, llamados lágrimas artificiales. Para tratamientos prolongados, se recomienda utilizar aquellas lagrimas artificiales que no contengan conservantes, ya que estos pueden dañar la superficie del ojo.

No se recomienda el uso de descongestivos oculares como la nafazolina, ya que producen un alivio sintomático temporal al producir la contracción de los vasos sanguíneos de la conjuntiva, pero al pasar el efecto de la gota, los ojos vuelven a ponerse rojos, generando dependencia.

Además de la lubricación con lágrimas artificiales en algunos pacientes que padecen enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoidea, se suele prescribir el uso de un inmunomodulador llamado ciclosporina en gotas. En todos los casos se debe tratar la enfermedad base que ocasiona el ojo seco.

En casos extremos de ojo seco que no responde a las gotas, se puede realizar una cirugía para cerrar los puntos lagrimales por donde se evacua la lagrima hacia la nariz, de forma temporal o permanente.

Además de las gotas para los ojos, también se sugiere reducir las horas de exposición a pantallas, no deberían ser más de dos horas por día. A veces, por cuestiones laborales, no es posible reducir la cantidad de horas frente a la computadora, pero se puede reducir el brillo de la pantalla y utilizar lentes de descanso.

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